o La dignidad de la profesión empieza por nosotros mismos
Generalmente acostumbro a redactar mis posts de una sola "tacada". Me siento, los escribo del tirón, y los cuelgo. Lo hago así porque sospecho que si empiezo a hacer correcciones, nunca llegaré al punto de pensar que el post es perfecto. Por lo tanto, y como excepción en mi vida, prefiero actuar a golpe de arrebato. No es el caso de este post. He querido esperar deliberadamente a calmarme y redactarlo con la cabeza fría, porque me conozco, y sé lo que podría haber salido en su momento, con el pronto calentito aun.
Hace un par de semanas estaba "espiando" webs de abogados. En este momento estoy en la tarea de hacerme mi propia página web profesional, y cuando estás en estos procesos creativos siempre debes tener la mente abierta a lo que hacen los demás, por si puedes copiar alguna buena idea. Bien, no ha sido el caso. Al final mi proceso de visualización de las páginas web de la "competencia" me ha servido para ver cómo NO quiero que sea la mía, pero no he podido robar una sola idea ajena, y eso que me sentía ladrón y me apetecía mangar. Las webs de mis compañeros se reducen en un 99% de los casos a la típica página de texto en letra negra sobre fondo blanco, foto de las balanzas de la Justicia -clasicazo-, foto de un despachazo de puta madre, y fotos de gente en traje dándose la mano con un maletín en la otra, sonriendo. Cuando llevas un rato navegando, ya eres incapaz de diferenciar las webs entre sí...
Pues bien, estando en esto, me topé con una web que aun me tiene en estado de shock. Ya aviso que no voy a dar un solo dato del abogado/a: ni sexo, ni edad, ni localidad, ni colegio... nada. Digamos que un "ente" anunciaba con colores vistosos que en su despacho se tramitaba un divorcio contencioso por 300 euros (de honorarios), y el de mutuo acuerdo por los mismos 300, pero que ya incluían honorarios del procurador y el IVA. Vamos a dejarlo claro desde ya: un divorcio contencioso NO vale 300 euros ni de coña; es un precio totalmente reventado. Cualquiera que se dedique a esto lo sabe. El problema es que la gente de la calle no.
Cuando expliqué el hallazgo a mis compañeros del máster, los que ya ejercen se cabrearon mucho, y con razón. Uno de ellos me dijo: "Pero no se puede hacer nada, Xavi. Los honorarios entre abogado y cliente son libres". En un primer momento admito que yo también pensaba lo mismo, pero más tarde caí en la cuenta de que eso tampoco es así. En este país, también hay libertad para que un comerciante fije los precios que quiera en su negocio, pero aun así, existen leyes que prohiben vender por debajo del precio de coste de las cosas. Si tú eres el señor Media Markt, no puedes comprar 10.000 teles a 200 € cada una y luego venderlas a 150. Esta práctica se llama «venta a pérdidas», es una forma de dumping, y está totalmente prohibida en cualquier país serio del mundo. Su única finalidad es destrozar a la competencia, aunque ello implique joderse temporalmente a uno mismo. Enfocado desde este punto de vista, por mucha libertad de honorarios que tenga un abogado, los servicios ofertados a precios claramente reventados serían, como mínimo, una inmoralidad.
Además, el tema tiene truco. En la web se decía desde 300 euros. Naturalmente, al álma cándida que luego fuera a contratar los servicios se le diría "Uf, pero tú tienes un par de casas a repartir, el tema se complica... la cosa costará más, eh". El problema es que si el potencial cliente no llega a indagar más a fondo y a pedir el presupuesto, sino que sólo está comparando precios, cuando vaya a los demás nos dirá "Pues tu compañero/a lo hace por 300!". Y ya está, ya te ha jodido totalmente alguien a quien ni siquiera conoces (tu compañero/a).
En un mundo ideal, el abogado/a ya ni siquiera habría colgado esa oferta. Pero si lo ha hecho, desde luego no puedo esperar que ahora el milagro llegue por su parte. Me queda el potencial cliente. Y en este campo sé que tal como están las cosas, la tentación de pillar lo que sea o a quien sea, con la condición de ser lo más barato, es grande. Pero llegados a esta encrucijada, déjame que te haga una pregunta muy directa a ti, el cliente de quien sí espero el milagro de sensatez. En un divorcio te juegas todo tu futuro. La posibilidad de ver o no a tus hijos. De perder la casa y quedarte o no tirado en la puta calle. De tener que pasar o no una pensión que te permita seguir viviendo o tener que dejar de comer. Que tu vida sea un infierno, o que puedas seguir adelante a pesar de todo. Déjame que te lo pregunte directamente:
¿En serio piensas que todo tu futuro, tu vida a partir de ahora, vale menos de lo que cuesta un portátil en el Carrefour?
Repito aquí lo que ya dije antes, para que quede claro: un divorcio contencioso NO vale 300 euros ni de coña, de la misma forma que un cirujano plástico serio NO opera en el desván de una peluquería de barrio, ni un médico cura el cáncer con una foto de Elvis, ni un dentista tiene el título por la Universidad de las Islas Caimán. Generalmente, esas contrataciones acaban saliendo en las noticias.
Naturalmente, eres libre de contestar lo que quieras a esa pregunta anterior, y más libre aun de contratar a quien te dé la gana cuando llegue el caso. Pero si luego, ante estas ofertas maravillosas, el asunto termina en un desastre espantoso para ti, lo único que no podrás hacer es decir que no te habían avisado.